Lo que Netflix no te contó de Rosa Peral en «El cuerpo en llamas»

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Rosal Peral durante el juicio por el asesinato de Pedro Rodríguez en el que fue condenada a 25 años de cárcel
Rosal Peral durante el juicio por el asesinato de Pedro Rodríguez en el que fue condenada a 25 años de cárcel

La serie «Crims», de TV3, que también se puede ver en Movistar, destapa las claves y las diferencias entre la realidad del caso y la ficción que protagoniza con éxito Úrsula Corberó

06 oct 2023 . Actualizado a las 21:07 h.

Aún con el cuerpo en llamas, después de ver la maravillosa serie de Netflix, muchos siguen desconcertados y quieren más. Desean saber cómo ese fuego entre los protagonistas, los policías de la guardia urbana Rosa y Albert, se convirtió en un incendio que arrasó con la vida de Pedro. Escribo sabiendo que no les revelo nada y que podemos hablar en confianza porque la mayoría de la gente ya ha visto la ficción. Podemos hacer spoiler. Pero si alguno todavía no se ha enganchado a la serie, es mejor que deje de leer estas líneas y se vaya directamente a ver El cuerpo en llamas para que la realidad no le agríe la historia. Muchas veces la ficción es mejor que la realidad, y, a veces, además, nos ayuda a que podamos encajar las piezas de la verdad. Sucede en este caso.

 Por eso hay que ver primero a Úrsula Corberó y a Quim Gutiérrez, los protagonistas de la ficción, y después adentrarse en la relación real de Rosa Peral y Albert López, los condenados por asesinar con alevosía a Pedro Rodríguez. En la serie, la relación de Úrsula y Quim es mucho más romántica y tierna, y él semeja ser un hombre segundón, un perrito faldero al servicio de ella. Pero en la realidad la imagen de la pareja tiene otras aristas que nos descuadran. Los sabemos amantes durante años, pero hay detalles que establecen dos perfiles muy distintos en el triángulo o cuadrilátero que mantienen, porque se mueven en un ring de boxeo. Por un lado, Rosa Peral está casada con Rubén (en la ficción de Netflix es Javi), y con Albert tiene una relación de novios-amantes que dura desde el 2012 al 2017, es decir, hasta que son detenidos. Tal es su estrecha intimidad que en la comisaría donde trabajan juntos muchos no saben siquiera que Rosa está casada con Rubén y que ambos tienen dos hijas en común (en la ficción solo aparece una). Sin embargo, por muy amante que sea, Albert no encaja en la vida familiar de Rosa, él le ha dicho por activa y por pasiva que no quiere niños y no le interesan sus hijas, así que ella no se imagina un futuro de casita de muñecas con él. En su mundo solo caben ellos dos. Esa es una de las importantes revelaciones que se hacen en la serie catalana Crims, de TV3, en la que el periodista Carles Porta expone muchos de los vericuetos que hacen entender quiénes son Rosa Peral y su amante. La serie, que ahora también emite Movistar+ con otro título, ofrece tanta información que Úrsula Corberó reconoció que prefirió verla una vez que ya había rodado el papel de Netflix para que nada interfiriera en cómo ella iba componiendo a Rosa. Y ese choque de contrastes interesa, insisto.

No fue detenida en casa

Como explica el periodista Toni Muñoz, que siguió el caso en La Vanguardia y que ha escrito el libro Solo tú me tendrás sobre el suceso, hay algunas grandes diferencias entre la realidad y la ficción. Rosa Peral no fue detenida en su casa, como aparece en Netflix, sino cuando ella acude a declarar a la comisaría con la intención de incriminar a Albert. Tampoco lleva el caso una sola investigadora, sino que son doce los que forman el equipo. Además, en la ficción Rosa solo tiene una hija y el día del asesinato estaban las dos con ella, aunque es la mayor la que después le contará a su padre lo que ha visto. Y dos datos relevantes más: el exmarido de Rosa en la vida real no es nada agresivo, como por momentos puede parecer en la serie, sino que Muñoz lo describe como «un pedazo de pan». Tampoco es tan violento Pedro como aparenta, ni se le fue tanto la olla en el altercado con el motorista, porque en la realidad no le propinó los puñetazos que se ven en la serie.

Todas estas variables establecen una visión diferente de una trama en la que Rosa compaginó tres relaciones en paralelo durante unos meses del 2016: con Rubén, su marido; con su amante de siempre, Albert; y con su novio nuevo, Pedro. Una historia, esta última, que chirría un tanto en la serie —no parece tan creíble—, pero que cobra otro valor en la realidad. Pedro llega a la vida de Rosa para sustituir a su exmarido, como un novio formal que cubre la idílica imagen que ella quería dar de mujer familiar y rebosante de cariño. Pedro era así, un hombre entregado por completo, que quería construir un futuro de amor con Rosa. Hasta que se desató la locura.

Rosa, en ese tiempo, había rebajado el contacto con Albert, porque estaba inmersa ya en la relación con Pedro, pero dejó un cabo suelto que luego formó un nudo: Albert no sabía nada de ese nuevo amor. Lo descubre, por sorpresa, una noche en la que se acerca a casa de Rosa para contarle una novedad, y allí, a través de la ventana, ve que ambos se aman. Esa herida desata inmediatamente en él el odio, y lo que es peor, la venganza. Así que tras insultar a Rosa por WhatsApp («Puta», «Para mí estás muerta»), Albert rompe y decide reenviarle todos los mensajes eróticos entre ambos a Pedro, lo que hace despertar en él al monstruo: las dudas, los celos, las inseguridades.

«Son dos gallos de pelea en un mismo corral», llega a decir un amigo en el juicio. Y así se forma la bomba atómica que estallará después. Pedro y Rosa se encallan en una convivencia de montaña rusa que solo puede descender, y justo en el momento de la caída reaparece Albert. Él se interesa por Rosa, tras un perdón que ella acepta, con la excusa del juicio de la pornovenganza que ella tiene próximo y así reinician su relación con una intensidad frenética de la que hay pruebas por los numerosos wasaps. «Él no me tiene ni nunca me tendrá. Solo tú me has tenido», le confiesa Rosa a Albert, mientras es capaz de seguirle llamando «amor» a Pedro y le promete una vida feliz en la que cabe un hijo en común.

Con dos anillos de compromiso de dos hombres heridos en la mano, Rosa decide de cara a la galería seguir con Pedro, pero en silencio planea con Albert matarlo. ¿De quién es la idea? ¿Quién induce a quién? ¿Seguirían Rosa y Pedro felices, si Albert no hubiera reaparecido? ¿Por qué lo quería matar Rosa, si podía cortar con él sin más? Todas esas cuestiones las aclara Crims a través del capítulo del juicio, en el que el fiscal, Félix Martín, es una pieza clave. Él es otro de los grandes protagonistas de esta historia, porque a él le debemos que se haya encajado un puzle real con todos los elementos de una gran ficción. Pocas veces las dos caras del espejo tienen tanto que alumbrarnos. Vean El cuerpo en llamas y Crims. Y ardan.