Silvia Giménez Amoedo, voluntaria de Vaipolorío: «Fui por unas prácticas en el Gafos y me llevé una pequeña familia»

Cristina Barral Diéguez
Cristina Barral PONTEVEDRA / LA VOZ

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La marinense Silvia Giménez Amoedo, en el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil, en la provincia de Ourense
La marinense Silvia Giménez Amoedo, en el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil, en la provincia de Ourense S.G.

La marinense es guía turística y vicepresidenta segunda de la asociación ecologista. Alaba el trabajo hecho por sus compañeros en el río en los últimos veinte años

25 abr 2024 . Actualizado a las 20:19 h.

Silvia Giménez Amoedo (Marín, 1987) hace un alto en su trabajo como guía en el castillo de Sobroso, en Mondariz —aunque la propiedad es del Concello de Ponteareas—, para contar cómo llegó a la asociación Vaipolorío y a convertirse en su vicepresidenta segunda. Ella lo resume muy bien en pocas palabras: «Fui por unas prácticas y me llevé una pequeña familia». Su formación está ligada al turismo. Primero estudió la diplomatura en Turismo, que faculta como técnico de empresa y actividades turísticas. Recuerda que estaba todo orientado a montar una empresa, pero ella lo que quería era ser guía.

«Me pilló la crisis del 2008, no había trabajo y aprovechando que mi hermana iba a hacer un ciclo superior me matriculé en el de Guía, información y asistencia turística en el CIFP Carlos Oroza, de Pontevedra», explica. Silvia hace hincapié en que fue ese ciclo que acabó en el 2013 el que le abrió las puertas y no la carrera. Después trabajó en oficinas de turismo, en algún hotel y agencia de viajes, hasta que en el 2016 llegó al Parque Nacional Illas Atlánticas, donde guía para navieras a grupos de todas las edades en plena naturaleza.

«Mi familia procede del mundo rural y no era un mundo desconocido para mí», recalca. Con otra amiga decidió ampliar su formación y enfocarla hacia ese campo con otro ciclo superior, esta vez de Educación y control ambiental, en el CIFP A Granxa, de Ponteareas. Silvia confiesa que estaba «de vuelta y media» de hacer prácticas en empresas, porque «solo te usan para sustituir a alguien», y decidió probar con una asociación altruista que haga algo para la comunidad. Así fue cómo contactó con Vaipolorío, a quien seguía ya a través de las redes sociales, para hacer sus tres meses de prácticas. «Me apetecía colaborar con todo lo que estaban haciendo y aprender. Fui por unas prácticas y me llevé una pequeña familia. Y me quedé». Considera muy interesante el trabajo de divulgación ambiental que realizan desde hace más de veinte años en el río Gafos, reconocido como un espacio natural de interés local (ENIL).

Visitas escolares

A partir de ahí, siempre le decía a Xosé Feijoó, el secretario de Vaipolorío, que la avisaran si había cualquier cosa para colaborar. Con varios compañeros hicieron un inventario de manantiales que dan al Gafos. Y ya, más recientemente, entró a formar parte de la directiva como socia más joven. Fue en el 2023. «Me sorprendió cuando me lo ofrecieron y sin dudarlo dije que sí», señala.

Desde entonces ha guiado a más de una decena de grupos dentro de las visitas escolares que hacen al río. Le gusta especialmente explicar la riqueza del Gafos a niños de 5 a 10 años. «Es una edad muy buena porque tienen mucha curiosidad. Y se van a casa con la idea de que estos entornos naturales hay que protegerlos. Llegan a casa y se lo cuentan a sus padres y muchas veces vuelven con ellos». Subraya que los menores son el futuro y quienes van a trasladar estos valores a las siguientes generaciones: «Se trata de que el río Gafos, en este caso, pero los bosques de ribera en general no les sean desconocidos, es algo que tienen cerca y al alcance y no se puede ignorar su importancia».

Silvia habla de los miembros históricos de Vaipolorío que siguen a pie de río. Son Gonzalo Sancho, Ramón Laxe, Manolo Gil o Pablo Carro. Califica su trabajo de «admirable» e «inconmensurable». «No hay palabras suficientes para agradecer ese trabajo altruista por y para los pontevedreses y casi diría que para cualquier persona de la provincia o del mundo que se encuentre con el ENIL del Gafos. Es una pena que no sea más valorado a nivel local», sentencia.

Silvia considera que una parte de la población vive de espaldas al Gafos. ¿Qué le dice su familia y amigos sobre la incorporación a la directiva de Vaipolorío y a este trabajo como voluntaria? «La gente que me conoce sabe cómo soy, soy de meterme en muchos embolados. Me hace sentir bien y hace que el mundo sea un poco mejor». Y se despide con un mensaje: «Se tienen que animar más personas a colaborar con Vaipolorío. Vas cuando puedes y ellos no te van a exigir nunca nada».